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Cuando menos es más

LIDIA SANTANA VEGA escribe en el Diario La Provicia de Las Palmas un pequeño artículo que transcribimos a continuación.

"En el libro de Elschenbroich Todo lo que hay que saber a los siete años se señala que durante los primeros años de vida se debería dar a todos los niños la oportunidad de descubrir que "menos es más" (siguiendo la consigna seguida por el arquitecto Mies van der Roher). Las ventajas de aplicar esta fórmula se ilustra con una experiencia denominada "parvulario sin juguetes" llevada a cabo en la ciudad de Baviera. La idea había partido de la experiencia de un proyecto para la profilaxis de la adicción. A los pedagogos sociales les preocupaba:

1) que los niños no viviesen la experiencia de disfrutar sin estímulos exteriores;

2) que dependiesen tanto del juguete creado por la industria y apenas utilizaran recursos propios creados por su imaginación y creatividad;

3) que desarrollaran poco su fuerza interior.

La realidad actual es que los niños de las sociedades desarrolladas tienen muchas cosas, demasiadas, y que los adultos creen que el cariño se expresa regalando cosas. Cuando la familia se siente hacinada porque la acumulación de juguetes invade cada vez más el espacio vital, empiezan a deshacerse del lastre como una manera de liberar, de vaciar ese espacio y también de descargar de estímulos los sentidos (un político responsable de medio ambiente se quejaba de la cantidad de basura acumulada en las fiestas navideñas; entre ella abundaban juguetes prácticamente nuevos).

No se trata de practicar con los niños la ética de la limitación, sino de poner en marcha una nueva filosofía ciudadana del placer de compartir tiempo para jugar, para dialogar, para dar afecto, etc. En el primer mundo el tener prima sobre el ser, cuando la auténtica plenitud vital quizá debería residir en reducir los alimentos superfluos del cuerpo y del alma. De este modo, se podría alcanzar una experiencia humana más elevada.

La primacía del tener sobre el ser, y los efectos deleznables que ello produce, está muy bien representada en la película La fábrica de chocolate. En ella se reproducen distintos estilos educativos de los padres y el efecto que producen en niños y niñas. El mensaje último es que los niños educados en la abundancia no son capaces de apreciar el valor de las cosas (materiales e inmateriales). Por el contrario, los niños socializados en familias que no nadan en la abundancia económica, pero que son capaces de regalar tiempo a sus hijos, muestran valores altruistas, aprecio a la familia y sentido de la equidad y de la mesura.

En los medios de comunicación cada vez es más frecuente la narración de casos de adolescentes que castigan (física o moralmente) a sus padres, que acosan a sus compañeros, que agreden a ciudadanos por aburrimiento. No forman parte de pandillas callejeras, no provienen de familias desestructuradas, ni de ambientes marginales y pobres; son sencillamente hijos de familias acomodadas que lo tienen todo, que se les han dado más cosas de las que necesitan y se sienten hastiados. ¿Dónde radica el problema? En la falta de límites claros, en la carencia de afecto por falta de tiempo para compartir lo realmente valioso, en la falta de apego; en definitiva, en una socialización defectuosa en valores morales elevados."

1 comentario

Víctor R. -

cómo te lo curras, angelito